¿Qué pasaría si cerramos los ojos y nos escucháramos un ratito? Hay un silencio exterior que estamos acostumbrados a oír, pero no a escuchar. Y hay un silencio interior que muchas veces no queremos escuchar.
Nuestro cuerpo nos habla todo el tiempo y cuando nos escuchamos aparece la percepción que generalmente ignoramos: la sensación de la temperatura en la piel, la conciencia de la postura corporal, una molestia no atendida, un dolor olvidado, un lugar especialmente cómodo.
En el silencio nos ponemos receptives, nos abrimos, podemos trabajar para aflojar las defensas, para diluir los muros que nos separan de los demás. Tomamos conciencia de cómo estamos, nos disponemos mejor para estar con los demás. Nos damos cuenta de cuánto ruido hacemos para no escuchar. También aprendemos a respetar nuestra interioridad. Le damos lugar al misterio de lo insondable que nos habita.
Mirá a La Papisa. Es el primer femenino del Tarot y expresa la importancia de la delicadeza, de la sensibilidad. En su lámina se insinúa un Templo y, si nos conectamos, podemos escuchar el silencio resonante que hay allí. Está sentada, serena, expectante. Su sabiduría, su conocimiento, viene de esa capacidad de hacer silencio…
Sabe esperar, ser paciente, trabaja en el desarrollo de su propia intuición. ¿Te animas a practicarlo? Encontrate con tu silencio.