Cuando eras chicx, ¿hacías la vertical sobre la pared? ¿viste que el mundo al revés era súper interesante? Todo patas para arriba, medio difícil de comprender, diferente, cambiado. En el Tarot la lámina llamada El Colgado es un símbolo bien interesante sobre los cambios de perspectivas.
A veces, hay que mirar las cosas de otra manera. Pero para eso, hace falta quedarnos quietos. Dejar de forcejear. Amigarnos con las situaciones que nos inmovilizan, que nos impiden actuar como habitualmente lo haríamos. Gestar otra mirada sobre lo que está pasando, incubar otra visión sobre la vida. Y esperar.
La verdad es que esta carta suele vivirse como una frustración. Nos parece que algo nos detiene, nos ata, nos impide ejercer nuestra voluntad. El ego se resiste o se victimiza. Pero si nos invertimos, como hace El Colgado, damos vuelta nuestras prioridades y quizás empezamos a escuchar a otra parte de nosotros mismos: algo más grande, que habita en nosotros, y en la vida.
La cabeza no entiende cuando la dejamos en último lugar, abajo de todo. Estamos tan acostumbrados a manejarnos desde la razón, la lógica, el entendimiento, las explicaciones intelectuales. Pero hay razones que la razón no comprende (decía Pascal). Dejar suspendidas nuestras obsesiones egoicas, nuestras preocupaciones mundanas, puede hacernos mucho bien.
Justamente, en esta Carta De Tarot la mente está casi humillada, como si nos obligaran a bajar la cabeza. Se trata de esa frase bíblica: “quien se humille será ensalzado y quien se ensalce será humillado”. No es fácil humillar al ego, diría Carl Gustav Jung y entregarlo al Sí-Mismo. Es un sacrificio, que significa “oficio sagrado”. No es algo sufriente. No es una victimización. Es una entrega a lo trascendente. Una consagración. Un Humilde Acto de Amor.