A solo tres Arcanos Mayores de completar el recorrido, luego de haber experimentado un estado de gracia y de conexión iluminada en la carta anterior, ¿cómo es que surge ahora está carta de tarot que parece ser tan emocionalmente turbulenta? ¿Acaso no nos habíamos entregado a la fluidez de la existencia? ¿Por qué entonces ahora hablamos de miedo?
Porque es solo ahora que podemos animarnos a resignificar nuestra historia. Hace falta mucho proceso para llegar a lo más primario, a lo más profundo, a lo más básico. Allá en nuestra memoria emocional más infantil, se encuentran el origen de nuestros patrones más regresivos de comportamiento. Esos que decimos ¿por qué insisto? ¿por qué lo vuelvo a hacer igual? ¿por qué lo repito?
Toda la escena de La Luna remite al trabajo con el inconsciente más profundo, a las raíces más antiguas que nos habitan. Y este trabajo se hace casi al final del viaje del Tarot porque ahora tenemos muchas más herramientas para enfrentarnos a eso. Algo sucede en nuestra interioridad y nos inmoviliza el miedo, pero hay que salir del eclipse, de la Noche Oscura Del Alma, de los espejismos que nos impiden crecer.
¿Vivo mi vida? ¿O mí vida me vive a mí? Hay que tomar la decisión de salir del miedo y adentrarse en la vida desde el amor. Dejar de re-accionar y aprender a accionar, dejar de engañarnos, apostar a lo creativo que nos habita. Romper patrones, hábitos instalados históricamente, requiere mucha valentía. Pero al final de la noche, siempre sale El Sol.