Completo no es perfecto, sobre todo cuando de humanidad se trata. En la última carta del mazo de Tarot llegamos a la completud, a la Unidad, a la plenitud, al Sí Mismo, a la integración de la Totalidad del Ser, al Amor. Poder habitar el presente nos genera una sensación de felicidad, de alegría danzante, de elevación, de despertar.
Es muy interesante que el número de la carta, que es 21, suma 3. La Trinidad es por excelencia el número de la relación, del vínculo creativo, de la conexión. El Tarot nos está diciendo, entonces, que la sensación de logro se obtiene cuando aprendemos a unirnos con El Mundo, con la realidad completa.
Para ciertas tradiciones se trata de la iluminación o la presencia de Dios en la Tierra. Para Carl Jung sería la reconciliación del hombre con su anima y de la mujer con su animus. Para la alquimia, la Gran Obra. La unificación de todos los opuestos en un gesto de complementación que comprende que somos energía y forma, alma y cuerpo, interioridad y exterioridad. Soy El Mundo.
Desarrollar esta conciencia es comprender la comunión entre interioridad y exterioridad, entre sujeto y mundo. Es estar de acuerdo con todo lo que es, tal cual es. Ojo, no se trata de resignación sino de un asentimiento a la realidad que implica un profundo compromiso colectivo.
El bailarín o bailarina (algunos ven un hermafrodita en la imagen) danza en libertad celebrando la vida. Su estado místico es una consumación, el cierre triunfante de un proceso que lleva a un nuevo comienzo, porque la vida siempre es cíclica.