Hay 78 cartas de tarot en un mazo. Aún con buena memoria, recordar en detalle lo que diversos autores dicen sobre cada una, es imposible. Si queremos aprender Tarot intelectualmente, desde la memoria, probablemente nos frustremos.
Hay que tener presente que un símbolo NO es un signo. Un SIGNO tiene un sólo significado: por ej; el lenguaje se compone de signos. Una palabra en el diccionario tendrá una o dos acepciones. Pero el SÍMBOLO tiene un significado más amplio. Si pretendemos que funcione como signo, lo empobrecemos y se nos escapa. El símbolo nos habita, pide alquimia e integración.
Esto implica una apertura al misterio del símbolo. Requiere una conexión y una interiorización. Se profundiza y enriquece con el tiempo, con la vida. Al principio, estudiamos las cartas y las entendemos como una ex-plicación, algo ex-terno. Pero el viaje con el Tarot apunta a la com-prensión, a hacernos uno-con cada símbolo.
Cuando nos acercamos a los lenguajes simbólicos, empezamos a tener momentos de “insight”, en los que aparece una percepción diferente o más profunda de un símbolo, a partir de una vivencia personal u otro detonante (una lectura, película, etc.). Como si “nos cayera una ficha” nueva sobre lo que esa carta/símbolo expresa porque lo registramos en nuestro cuerpo y emociones.
Acá va un ejemplo fuerte: si miramos El Diablo desde afuera, probablemente nos asuste. Pero el símbolo se hace carne cuando trabajamos con nuestras oscuridades, nuestras pasiones, nuestra auto-esclavitud. Entonces se complejiza y se enriquece.
No te acerques al Tarot como a otros saberes. Para tejer, basta aprender diferentes métodos, perfeccionar la técnica, practicar, inventar puntos nuevos. Pero el Tarot no es sólo información o técnica para recordar. Es misterio para investigar. ¿Cómo vas con eso?